viernes, 12 de marzo de 2010

5 Javier y sus hermanos

Cuando Javier nació sus hermanos eran bastante mayores y cada uno lo acogió a su manera, lo que pasaba es que ya eran autosuficientes y no nos necesitaban tanto, exceptuando a la pequeña, que con 12 años aún estaba en edad escolar, pero comprendía perfectamente el problema y ella ayudaba para que yo fuese a Aspademis, a la sesión diaria sin poner trabas, y los mayores también.
Javier adoraba a sus hermanos, la mayor lo llevaba con sus amigos de paseo, pero se la daba "mortal" con sus caprichos. Los otros jugaban en casa con él. Lo quieren muchísimo
He de reconocer que era muy caprichoso, toda la familia le daba mimos y él se dejaba querer.
Cuando iba a cumplir 7 años entró en el colegio público Manuel de Falla, allí estuvo muy bien y las profesoras que le tocaron muy buenas, con mucho interés, pero claro, era el primer año de integración (antes había aula especial) y no sabían muy bien como llevarlo, sobre todo con un elemento como era Javier, pero ya en segundo curso fue mejor.
Lo bueno de la integración es que existe un aula especial donde había una profesora dedicada durante dos horas diarias al alumno, él tuvo la suerte que le tocó una maravilla fue "su señorita Concha" él la quería un montón y ella también, le enseñó a leer y escribir con una letra clara que aún conserva. De cuentas, ella lo intentó, pero mi niño para "matemático no vale"
En la Asociación se daba lecto-escritura y con fichas y cuentos se reforzaba lo aprendido.
Estando en segundo curso lo apuntamos en Flick Flock danza y es lo mejor que hemos hecho, allí aprendió no solo a bailar, sino a comportarse, tener amigos, a vestirse y desnudarse rápido esto es obra de Rafa, marido de Susana y profesor de la escuela.
Yo, como antes he dicho, me involucré un el consejo escolar y como a mí el tema me afectaba, más de una y de diez veces fuimos a hablar con el inspector de turno para que nos insonorizaran el aula de música, o nos mandaran un Logopeda, pues el nuestro estaba enfermo y los niños no podían perder tantas clases. Yo no sé si es porque soy guerrera o por pura necesidad, la cuestión que siempre estaba en Delegación"protestando". Hay que saber que cuando se tiene un hijo con discapacidad, tú luchas por tu hijo y por los demás, parece que intentas allanarles el terreno a los que vendrán después. A mí no me pesa, además contaba y cuento con "el padre de la criatura" que siempre me ha apoyaba en la lucha y me sigue apoyando...
Durante su periodo en el Manuel de Falla lo tuvimos dos cursos en clase de cerámica. La impartía una profesora a la que él adoraba. Lamentablemente se interrumpieron las clases por motivos del Centro y Javier lo sintió bastante. A él le encantaba ir y se llevó bastante tiempo queriendo ir de nuevo. Allí hizo varias figuritas de barro que las tenemos en una pared del la casa del campo como si fueran trofeos.

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